Por Gabriel Escarrer, presidente y CEO de Meliá
El sector turístico de la República Dominicana vive momentos de incertidumbre; coincidiendo con uno de los mejores momentos de su historia, con récord de llegadas y también de inversión hotelera, el país afronta con preocupación el impacto de la anunciada reforma fiscal, que de implantarse en los términos actuales, podría conllevar una subida generalizada de costes para los operadores en el país y eliminar los incentivos a la inversión, mermando su competitividad frente a otros destinos.
Entendemos que las políticas fiscales de República Dominicana deben converger hacia los estándares internacionales, buscando el equilibrio entre los niveles de deuda pública, las políticas de gasto e inversión que permitan el desarrollo sostenible del pueblo dominicano, y la preservación de los sectores económicos clave, como es el turismo: la contribución del sector al producto interno bruto total (PIB) asciende ya al 13%, similar a la aportación total del turismo en un destino líder como España. Y ese equilibrio es fundamental, porque está demostrado que el camino para incrementar la rentabilidad social y económica del turismo no es “estrangularlo” (acabando, según el dicho popular, con la “gallina de los huevos de oro”), sino impulsar su competitividad, a través de una honesta, e intensa, colaboración público-privada.
Las cifras del turismo en el país son, ciertamente, positivas, pero en el actual entorno híper-competitivo de la industria, (especialmente en la región Caribe), los destinos no pueden acomodarse ni dejar de invertir en la modernización y reposicionamiento del sector. Y para ello, resulta esencial crear un marco jurídico y fiscal competitivo que induzca un círculo virtuoso al atraer e impulsar una oferta de mayor calidad, que implique a su vez una mayor y mejor contratación de personal, y una mayor generación de ingresos directos e indirectos en los destinos.
Por todo ello, desde el máximo respeto a los responsables políticos, que lo son también, en gran medida, del actual “milagro turístico” del país, animamos al Gobierno dominicano a adoptar las medidas de modernización de la Dirección General de Impuestos Internos, aplicando impuestos al turismo similares a otros países de acreditada trayectoria turística, y a potenciar la colaboración público-privada que ha sido también sin duda alguna, protagonista de esta historia de éxito que es el turismo dominicano. Es responsabilidad de todos garantizar que las reformas necesarias sean progresivas y sostenibles, asegurando que el motor económico del país, el turismo, siga siendo competitivo, hoy y sobre todo, en el futuro.