Por Bolivar Mejia
La imagen de un destino turístico es la percepción o idea que se hacen los turistas del destino que piensan visitar; esta percepción la adquieren por folletos de viajes, comentarios de amigos y familiares, que ya visitaron el destino, por los medios de comunicación como libros, revistas especializadas, periódico, radio, televisión y en estos últimos tiempos las redes sociales y el internet.
Nos preocupa en estos momentos, que el gobierno se encuentra inmerso en una lucha contra la delincuencia que azota al país, y cómo eso puede afectar la imagen del destino turístico República Dominicana, y sobre todo me preocupa más, que los métodos utilizados por el presente gobierno, sean los mismos que ha utilizado el estado dominicano por más de 60 años, sin resultados que se traduzcan en la reducción del flagelo que azota al país, sino que por el contrario, con el paso de los años la delincuencia se fortalece y gana más terreno en el entramado social dominicano.
Dejamos claro que la responsabilidad del aumento de la delincuencia no recae sobre el presente gobierno, la delincuencia es un cáncer que han dejado crecer, gobiernos tras gobiernos, un monstruo que alimenta y ceba la corrupción y la impunidad para servirse de ella, en el momento en que sus intereses se vean afectados, la enfermedad hizo metástasis en el cuerpo social de la nación, pero tratar de curarla con la ineficaz medicina de siempre, es simplemente una locura, que puede afectar la imagen que en cuanto a seguridad y paz social, debe transmitir un destino turístico, para ganarse la confianza de los turistas y países emisores.
Al gobierno de Luis Abinader ante el repentino y extraño recrudecimiento de la delincuencia en el país, no le queda más remedio que apoyarse en los métodos de siempre, sacar la guardia y la policía en conjunto a perseguir a los delincuentes, el famoso patrullaje mixto, el estado no puede permitir que los delincuentes tomen el control de las calles dominicanas, pero al hacerlo debe recordar que como destino turístico hay una imagen que proteger, una reputación que mantener y una marca país, que aunque, aún no está definida tenemos que resguardar, porque nunca fue tan cierto como hoy, que República Dominicana “lo tiene todo”.
Lo que está haciendo el gobierno para contener el auge delincuencial en el país, lo puede hacer sin el despliegue del aparataje bélico, como el que ha movido en estos últimos días, tanquetas que no caben por las calles de los barrios, que la gente confunde con tanques de guerra, jeeps con ametralladoras de alto calibres y helicópteros del ejército sobrevolando barrios de la ciudad de Santo Domingo, sin reparar en el mensaje mediático que estamos enviando al mundo, pese a que acabamos de recibir un premio por ser el país que mejor se preparó para la apertura post pandemia.
Entendemos que el gobierno en estos momentos debe enviar un mensaje de fuerza y mostrar sus músculos a los criminales, atracadores y delincuentes de poca monta que perturban la tranquilidad del país, pero el mensaje debe ser más discreto, sin la envoltura que pueda hacer pensar a quien ve las imágenes que corren por internet, que vivimos en un estado de sitio o de un estado en guerra contra una delincuencia que al parecer, ha desbordado la capacidad del gobierno dominicano para enfrentarla.
En momentos en que el mundo vive la crisis de Ucrania y Rusia, la comunidad internacional está crispada y en sobresalto con los conatos de guerra, nuestro país no puede enviar semejante imagen al mundo; pero sobre todo, cuando compartimos la isla con nuestro hermanos haitianos, cuyo estado fallido, se encuentra en estos momentos en manos de las bandas de aquella nación. Muchos extranjeros en el mundo comparten la idea de que República Dominicana y Haití son un mismo país y las imágenes del ejército en la calle con la policía y el despliegue armamentista en los barrios de la capital, solo contribuye a sustentar esa idea.
Además, está requete confirmado que la fuerza pública, la persecución policial y la represión, no reducen la delincuencia, que es un árbol, con raíces, tronco y ramas. Tradicionalmente el estado poda las ramas del árbol, encarcela y elimina algunos delincuentes; pero los demás se repliegan y cuando pasan los operativos, resurgen con más vigor. Esto sucede porque las raíces y el tronco del árbol de la delincuencia, lo dejan intactos; las causas que generan el flagelo, que forman las raíces del árbol, nunca son tocadas. pasa el tiempo y persiste la inequidad social, la falta de educación, de oportunidades, la pobreza extrema y un conjunto de males, que en vez de disminuir con el crecimiento económico del que se jacta la nación y quienes la dirigen, cada día se agudizan más, pese a que, con cada año el presupuesto del país aumenta exponencialmente.
La imagen que como destino turístico, marca país y la reputación que en la actividad turística nos hemos ganado a pulso, como principal destino del Caribe, debemos cuidarla, es verdad que ofertamos Sol y Playa, un producto donde el turista hasta ahora está protegido dentro de las cuatro paredes de los resorts, que apenas hace un tiempo que estamos vendiendo excursiones en los destinos más populares, como Punta Cana y Puerto Plata, como turismo complementario, también es cierto que hay turistas que pasan por esos destinos locales y ni cuenta se dan de que estuvieron en República Dominicana; pero aún así, debemos cuidar la imagen que proyecta el país hacia los destinos emisores.