Por Bolivar Mejia
Las juntas de vecinos son núcleos sociales que agrupan familias y residentes de un sector o un barrio y es aquí donde radica el valor de estas estructuras del tejido social dominicano, la mayoría de las Juntas de Vecinos existen, pero prácticamente son inoperantes, y las que operan, lo hacen a un nivel, por debajo del que debería desarrollar una organización de este tipo. Esto así porque no se capacita a los dirigentes, antes de formar la entidad, para que entiendan que su rol no se limita a diligenciar con el ayuntamientos u otras instituciones del estado, reparaciones y construcciones de infraestructuras cuando la realidad es que el papel de estos organismos, como lo establece el reglamento que las regula, también es fortalecer la superestructura social del sector, por eso hace tanto énfasis en la capacitación.
Las Juntas de Vecinos son entidades que deben potenciar el desarrollo integral del perímetro donde operan, pero para lograr este objetivo, tienen que desterrar de su seno las pasiones politiqueras y todo lo que divida, como la religión y hasta los colores de los equipos de pelota; y cuando hablo de religión, no quiere decir que no se ore, o se invoque al señor en las reuniones; pero no bajo la tutela de una corriente religiosa que se imponga al grupo. El pensamiento abierto y heterogéneo debe primar dentro de este tipo de instituciones, así como el respeto al derecho a disentir entre los que componen la Junta.
La gran mayoría de las Juntas de Vecinos de República Dominicana, cojea en la parte educativa y la socialización entre los miembros, generalmente, dentro de un grupo directivo de casi veinte personas, trabajan dos o tres y en muchas ocasiones solo el presidente de la misma suele moverse; esto reduce el poder de impacto de estos organismos y los sume en la cuasi inoperatividad, quedando a un lado el rol educativo que deben ejercer entre la población una Junta, tanto para que los directivos comprendan el papel que asumen como dirigentes comunitarios, como entre la membresía que la componen, para capacitarlos en diferentes aspectos y crear conciencia sobre el rol que representan en la sociedad. La población debe dejar de mirar con indiferencia esta herramienta de desarrollo social y entender que genera progreso en las comunidades y crean ciudadanía consciente.
Cuando digo que las Juntas de Vecinos son la última línea de defensa del pueblo dominicano, me refiero, a que en el país nadie trabaja para Construir Ciudadanía consciente y responsable; y qué mejor instrumento que las Juntas de Vecinos que están en conexión directa con las familias de su perímetro, para llenar ese vacío? Debemos trabajar para forjar ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus deberes y sus derechos, solo así podremos redireccionar el retorcido curso que lleva la sociedad dominicana.
Las Juntas de Vecinos deben velar por la salud física y mental de sus integrantes, familias y residentes, priorizando el tema educación y socialización, tenemos que trabajar con la inteligencia emocional de los miembros, para ponerle un dique a la violencia que permea la sociedad. Hay que hacer hincapié en el liderazgo comunitario, para formar a los dirigentes de las diferentes Juntas, en resolución de conflictos, liderazgo comunitario entre otros temas, también trabajar en talleres de artesanía y manualidades, el manejo de las tecnologías, para jóvenes y adultos, así como el emprendedurismo, entre un larguísimo etcétera de cosas que se pueden hacer para que una Junta de Vecinos, durante los dos años que le toca guiar un perímetro, pueda agotar un eficaz programa de desarrollo integral en la zona. No se debe dejar caer la última línea de defensa que le queda al país.