Bolivar Mejia
Continuación de historia de Punta Cana, hasta llegar a Puntarena. Don Frank Rainieri establece el nicho de mercado que debe desarrollar el destino Bahia de Ocoa, durante el encuentro conversatorio que sostuvo con empresarios de Baní, en el club de Playa de Puntarena, moderado por el presidente del Clúster turístico y Productivo de Baní, el arquitecto Juan Tejeda.
JT: Don Frank, cuales son las lecciones aprendidas dentro de las dificultades que afrontó durante la creación del Destino Punta Cana?
He mencionado que hay dos factores importantes en la vida: el hombre y sus circunstancias. Ya han visto cuáles eran mis circunstancias, y en lugar de rendirme, decidí involucrarme en Punta Cana. De todos los golpes, siempre hay que sacar la mejor parte.
La segunda parte es que, para construir algo, se necesitan tres elementos: visión, perseverancia y trabajo. En mi caso particular, he sido guiado por una fuerza superior, que me ha orientado en la toma de decisiones, ya sea para saber cuándo doblar a la derecha o a la izquierda. Sin visión y sin perseverancia, especialmente en esta industria, es imposible avanzar. No es como construir un edificio de apartamentos para vender; es un proceso que requiere tiempo.
JT: Háblenos de los sacrificios que amerita el turismo.
Este proceso necesita madurar y es una lucha constante. Además, el trabajo es fundamental, ya que en esta industria no hay horas ni días definidos. Es una industria de servicios. Cuando doy charlas en la universidad, lo primero que les digo a los jóvenes es que esta industria es lo más parecido a una droga. Si sobrevives los dos primeros años, te quedas en ella, pero el 60% lo abandona. ¿Por qué? Porque cuando llega el 31 de diciembre, ves a todo el mundo celebrando mientras tú estás sirviendo.
En Semana Santa, todos están en traje de baño, disfrutando de la playa, y tú estás recorriendo el sitio para asegurarte de que todo esté en orden. Aquí no hay horarios ni días fijos. Si un turista se enferma a las dos de la mañana, debes atenderlo. Si se va la luz y no funciona la planta, tienes que levantarte y resolver el problema de inmediato. Incluso si has tomado un par de tragos, debes olvidarte de la resaca y actuar.
La industria turística es casi para personas masoquistas, pero es la más hermosa que existe, y eso lo puedo asegurar. Para mí, nunca ha sido un trabajo porque he disfrutado cada minuto de estos más de 50 años en la industria. Para mí, es el diario vivir, una fuente de alegría, a pesar de los malos tiempos y el pasado. Y cuando hablo de visión, hay algo más que siempre menciono: es crucial saber escoger a tu compañero o compañera.
JT: ¿Cómo conoció Don Frank a Haydée y la convirtió en su novia?
Bueno, conocí a Haydée tres años después de haber comenzado en Punta Cana. Ella acababa de representar a la República Dominicana en Miss Mundo en Londres y acababa de cumplir 18 años. Era una joven recién graduada del Colegio Santo Domingo, que en ese entonces era el colegio de más prestigio para las chicas en la capital. Además, fue presidenta del consejo estudiantil.
Sin embargo, nada de eso me impresionó tanto, como descubrir una cualidad que me cautivó de ella: no tenía miedo de enfrentar retos y estaba dispuesta a cualquier cosa. Para Haydée, estar en Santo Domingo en el Country Club no era un tema, y luego estar en Punta Cana matando mosquitos, tampoco. Su disposición y valentía hicieron que nuestro sueño no fuera solo mío, sino nuestro. Esto no puede ser un trabajo individual; tiene que ser un trabajo en familia.
Para que tengan una idea, comencé la construcción en Punta Cana en el 1970. ¿Saben en qué año pagamos dividendos por primera vez? En el 1992, ¡22 años después! Estuve siete años sin cobrar sueldo porque no había. Vivía de una discoteca que tenía, llamada Neón, muy visitada por algunos de los presentes (Risas).
JT: Don Frank a usted lo podemos visualizar como el arquetipo del verdadero emprendedor
Bueno, asi le llaman ahora, pero también creé el Mesón de la Cava y un restaurante llamado La Fromagerie. Me las arreglé vendiendo helicópteros y aviones, haciendo de todo un poco. El pluriempleo fue necesario porque, al principio, el turismo no produce. Es como sembrar un árbol, y los árboles toman su tiempo en crecer. Pero no hablo de los mangos de ahora que ya a los dos años producen, sino de los de antes, que se tomaban su tiempo para dar frutos.
Quien crea que va a sembrar hoy para cosechar mañana, que busque otro negocio, porque este no es el adecuado. Recuerdo que el día que comenzamos esta empresa (Puntarena), le dije a mis socios, algunos aquí presente: «El que crea que va a ver un cheque en los primeros 10 años, que me venda sus acciones ahora mismo, porque no va a ver ni un centavo». Y así ha sido.
Hubo uno que no estaba de acuerdo con eso, y bueno, se le compró su parte. Por eso digo, Punta Cana tuvo 22 años sin pagar un cheque. No son mangos bajitos, los frutos están en el cogollo, allá arriba es donde hay que subirse.
JT: Ok Volvamos a la historia de Punta Cana.
¿Qué pasaba? Cuando llegaban las vacaciones, las amigas de mis hijas las invitaban a irse a Casa de Campo. Y yo reaccionaba: «¡Casa de Campo, uh, uh!” “Pero papi, todos mis amigos van a estar en Casa de Campo». Yo les respondía: «Fenómeno, que vayan ellos allá, pero tú tienes que estar en lo tuyo. Que cuando la gente llegue, tienen que saber que tú estás ahí y que los vas a atender». “Pero no va nadie”, replicaban incómodas. «Algún día llegarán», les decía yo.
Y así fue, lloraron mucho y pelearon mucho, especialmente una de mis hijas, a la que le gusta la vida social más que a las otras. Sin embargo, así se fueron criando. Por eso hoy tienen el amor que le tienen a Punta Cana y por eso pude ceder la presidencia a mis hijos; porque sé que ellos están, tan comprometidos como lo estuvimos su mamá y yo con este sueño.
JT: ¿Cuando contrajo nupcias con Haydée?
Haydée y yo nos casamos un sábado. Ella tenía 19 años y yo ya tenía 27. Nos fuimos a Villa del Mar, donde había un hotel, que era lo que podíamos pagar. El sábado nos fuimos para el hotel, per el lunes por la mañana, al inicio de Semana Santa, teníamos que irnos a Punta Cana a trabajar.
Llegamos a Punta Cana como a la 1:30 del día. Había un comedor un poco más grande que este, para 40 personas, y había como 30 personas almorzando porque era Semana Santa. Cuando nos desmontamos, le dije a uno de los camareros que usaba una de las libretas para tomar órdenes: «Dame eso». Se la entregue a Haydeé y le pedí: «Ayúdalo, a tomar las órdenes en la mesa, que yo voy para la cocina». Y así comenzamos, desde el primer día, trabajando codo a codo.
No habían pasado 48 horas de habernos casado y ya estábamos trabajando. Por eso dije que esto tiene que ser un compromiso de familia. Si quieres hacer algo común, como montar una peletera o iniciar otro negocio, no necesariamente es un compromiso de familia.
JT: ¿Qué pasó cuando llegó la crisis económica?
Bueno, pasé siete años sin cobrar un sueldo. Aidé, que fue la primera física dominicana y era catedrática en la UNPHU, tuvo que hacer sacrificios. Un día le dije, con el perdón de las damas presentes: «Deja esa vaina, que eso no paga. Si quieres construir una casa, búscate un empleo que pague». Se consiguió un empleo como relacionadora pública del Teatro Nacional, donde le pagaban 800 pesos al mes. Le dije: «Ya podemos hacer la casa porque el préstamo es de 897.11 pesos. Yo pongo los 97.11 y tú los 800».
JT: Así es como se construye este tipo de proyecto?
Así es. Con visión, incluso para escoger a tú compañera. Ella debe conocer tus intenciones y estar de acuerdo con ellas, dispuesta a compartir el sacrificio que representa alcanzar la meta.
No fue fácil porque esta es una industria nueva. En Higüey, el pueblo era de hateros o de caña de azúcar, no había más nada. Era un pueblo del siglo XIX. No entendían lo que estábamos haciendo. Además, los políticos me veían como un rival. Decían: «Ay, este muchacho está empleando gente, nos va a serruchar el palo».
JT: A propósito de política, ¿cómo lidio usted con los politicos del Este?
Nunca me metí con ningún político porque esta industria no puede estar lidiando con ellos. Esto no es como la construcción; es un negocio mundial, una industria donde la independencia es fundamental.
Voy a repetir algo que quizás ya hayan oído: el nombre Amable Aristy. Amable me hizo la vida imposible durante años. Un día, su hija vino y me dijo: «Usted y papi no pueden seguir siendo enemigos»… Me declararon persona non grata en el Ayuntamiento de Higüey. ¿Por qué? Porque propuse hacer la Autovía del Coral y esta no entraba al pueblo de Higüey. Ellos querían que la autovía entrara al pueblo, pero una autovía no puede hacer eso.
En el momento en que una autovía entra a un pueblo, deja de ser una autovía y se convierte en una carretera, perdiendo así su eficacia. Lo que se necesita son bajantes, el mismo tema que tratamos aquí con la circunvalación en Baní.
JT: Entonces, ¿qué pasó?
Un día, Amable vino y me dijo: «Mira, mi hija me dijo que tú y yo no podemos ser enemigos, y tiene razón. Vamos a hacer las paces». Yo le respondí: «Nunca he peleado contigo. Tú fuiste quien me declaró persona non grata». Pero él insistió: «Quiero hacerte un reconocimiento». Y yo le dije: «No tienes que hacer nada, yo no tengo problema contigo. Olvidémonos de eso, no pasó nada».
En ese momento, uno de los periodistas presentes quiso entrevistarlo y le preguntó a Amable qué pensaba del turismo y de Frank Rainieri. Amable respondió, y después lo repitió en un programa nacional, recuerdo que dijo: «Antes del turismo, yo vendía dos motocicletas al mes y ahora vendo 300».
Ahí es cuando comienzan a cambiar las cosas, cuando los beneficios de la industria empiezan a llegar a sus hogares. Hoy, la escena ha cambiado drásticamente, mostrando cómo la industria puede generar un impacto positivo y tangible en la comunidad.
En el Este, nadie se atrevería a hablar mal del turismo porque enfrentaría una fuerte reacción. En la actualidad, el 80% de la población de Verón-Punta Cana, que supera los 200,000 habitantes, no proviene de la provincia de La Altagracia. En 2020, cuando celebramos los 50 años del Grupo Punta Cana, se planeaba una gran celebración.
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El turismo permea, moja y riega toda la economía nacional
En ese entonces, la provincia con menos empleados en nuestra empresa era Santiago Rodríguez, con solo 24 empleados. La industria turística afecta a toda la economía dominicana. Durante la pandemia, en 2021, fui a Constanza a la casa de mi consuegro, Tony Garó.
Una mañana, salimos a caminar; cuatro parejas por una carretera. De repente, pasó un vehículo que redujo la velocidad, nos miró y luego siguió. Mi sobrino, el doctor Luis Andrés Cordero, inquieto me dijo: «Tío Fran, muévete para adentro».
Yo pensé que íbamos a ser asaltados, pero me tranquilice, quizás no era a mí a quien iban a atacar. Sin embargo, le pregunté a mi sobrino: «¿Por qué lo dices?» Y él respondió: «Mira, el tipo redujo la velocidad y parece que va a devolver». Así que nos quedamos atentos y el hombre se detuvo frente a nosotros. Se acercó y me dijo: «¿Usted no es Rainieri, el de Punta Cana?»
Le respondí: «Sí, señor. ¿En qué puedo servirle?» A lo que él respondió con una pregunta: “¿Cuándo va a volver el turismo? Mire, esa parcela que está ahí atrás, que no está sembrada de nada. Es mía. Yo solía sembrar repollo allí para venderle a los hoteles en Punta Cana, pero ahora llevo un año sin poder cosechar».
Este incidente demuestra hasta dónde llega la economía del turismo. Toca todas las comunidades de la República Dominicana por apartadas que estén. Por eso digo que el turismo es una gran fuerza transformadora. La gente tiende a pensar que el turismo se limita a los hoteles, pero en realidad, el turismo es mucho más.
En la zona de Punta Cana, el año pasado, los hoteles de nuestra región compraron 800 millones de dólares en alimentos, provenientes del país, a la agroindustria y al sector agrícola. Los productores locales venden muchísimas cosas y, muchas veces, la gente no se da cuenta de este impacto. Esta industria permea, moja y riega toda la economía nacional, y eso es lo más importante de ella.
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El paisaje que cautivó por primera vez a Frank Ranieri, Playa Corbanitos en Sabana Buey, Baní.
JT: Tenemos hoy aquí, representantes del área de desarrollo inmobiliario turístico, tenemos bancos, ferreterías, tiendas de muebles, ingenieros, servicios de hielo, gas, cigarrillos y una gran variedad de empresarios de la provincia, que vienen a escucharlo. Uno de los participantes desea hacerle una pregunta.
Participante: Recuerdo que usted vino al Centro Cultural Perelló y dijo algo que nunca he olvidado sobre el proyecto Puntarena: «Esto es sin prisa pero sin pausa.» ¿Entiende usted que, de acuerdo con lo planificado, el proyecto avanza como se esperaba? y ¿Qué le hizo creer en playa Corbanitos para crear este proyecto?
FR: Para responder a su segunda pregunta, sobre lo que me hizo creer en este proyecto y en este lugar, les diré: Mi refugio siempre ha sido Palmar de Ocoa. Desde el año 62, venía a ese lugar. Mi novia Leslie Inbert y mi tío, el general Antonio Inbert Barrera, tenían allí una casita muy pequeña y modesta.
Nosotros solíamos venir a esa zona, salíamos en una yola, y me fascinaba. A mi madre le gustaba aún más que a mí, ella siempre decía que esa colina con esa playa, aunque no fuera una playa espectacular, tenía algo especial. En ese entonces, Punta Cana no era conocida; esto fue en el año 1962. La zona se comparaba con Boca Chica, pero con un estilo diferente, más parecido a las playas de Europa, con montañas. Eso se me quedó grabado.
Después, mi compadre Carlos Marti tenía su casa en Palmar de Ocoa, y durante las crisis que atravesaba, cuando no tenía con qué pagarle a los acreedores, con un par de cheques sin fondos y esperando al lunes para ver qué historia le contaría a los cobradores, me iba los fines de semana a la casa de mi compadre Carlos Marti. Pasábamos el tiempo pescando con un pescador local, que aún vive, anda por ahí, y juntos recorríamos la zona. Siempre me inspiró esta área.
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Propuesta de compra al presidente Balaguer
En el año 1974, aunque no tenía el dinero, me atreví a hacer una propuesta al presidente Balaguer, junto con el hijo de Don José Miniño, que era de aquí (Baní) y asesor del presidente. Queríamos comprar estas tierras, pero Balaguer me dijo que no, que él iba a hacer un proyecto de reforma agraria aquí. Y yo me atreví a responderle: «Presidente, usted me disculpa, pero ahí no se da ni la mala palabra; esa tierra no es agrícola.» Pero Balaguer era Balaguer. Y eso, que yo estaba endeudado, sin un centavo, pero decidido a seguir adelante.
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Tropiezos con el Ministerio de Turismo
Cuando se presentó la oportunidad, decidimos entrar aquí. Naturalmente, esta era una zona desconocida para el turismo. Teníamos una propiedad que necesitaba un verdadero levantamiento, y nos tomó tiempo porque nos encontramos con varios problemas en el Ministerio de Turismo para obtener aprobaciones.
Como no había normas específicas, querían aplicar las mismas que en Punta Cana, pero estos son dos mundos diferentes. Cada región debe tener sus propias normas; la densidad de un sitio no puede ser la misma que la de otro, lo mismo ocurre con las alturas, entre otras cosas.
Estuvimos dando vueltas en Turismo, lidiando con la permisología para este proyecto, durante aproximadamente dos años. Así que, quítale esos dos años al tiempo, más los dos años de pandemia, y además el tiempo perdido porque un socio no estaba en la misma sintonía que los demás. Por eso te dije, cuando cumplamos 10 años, hablamos. Todavía nos falta un poco para llegar a esa meta, pero creo que este lugar no es Punta Cana, ni tampoco Bayahíbe, Samaná, Barahona o Cabo Rojo. Aquí lo que hace falta es determinar el nicho adecuado…
JT: Don Frank, para usted cual es el nicho que se debe desarrollar en esta zona?
Para mí, el nicho de esta zona es el velerismo y la pesca, no tanto la playa. Ese es el nicho que debemos desarrollar en varios puntos de la Bahía de Ocoa. ¿Por qué? Para que los veleristas puedan desplazarse de un lugar a otro, como lo hacen en Croacia, Italia, Francia, Mallorca, Turquía, y en otros países donde el velerismo es fundamental.
¿Por qué menciono el velerismo? Primero, esta es una bahía con 80 km de extensión, desde aquí hasta Barahona, donde se puede navegar durante el tiempo que desees. Lo que podría ser una desventaja para el turismo de playa—como el temor a los tiburones debido a la profundidad—es en realidad una ventaja para el velerismo. Además, esos molinos de viento que ves indican la calidad del viento; aquí no hace falta realizar estudios, ya está comprobado.
Otro punto a favor es que casi no llueve, y además, esta es una de las pocas zonas donde hay barcos de la Marina. Lo que puede ser una desventaja para el turismo de playa, como el miedo a los tiburones debido a la profundidad del agua, es en realidad una ventaja para el velerismo. Además, repito, fíjate en esos molinos; eso te indica la fuerza y constancia del viento en esta zona, lo que es ideal para navegar. En caso de cualquier emergencia de un velero, contamos con un apoyo rápido y fácil, incluso tenemos un dique.
JT: Don Frank, ¿Contamos con las facilidades para dar mantenimiento a las embarcaciones?
Si tienes un velero aquí, no necesitas llevarlo a Miami u otro lugar para mantenimiento, porque aquí mismo tenemos las instalaciones necesarias. Entonces, contamos con una serie de condiciones importantes que hacen de esta zona un nicho único, casi inexistente en República Dominicana.
En Luperón, Fernando Capellán está intentando algo similar y lo está promoviendo, logrando que se detengan bastantes barcos. Él tiene la ventaja de estar en la costa norte, donde todo el que va hacia el Caribe suele pasar, pero aquí en nuestra bahía, también podríamos atraer a más personas que buscan ese tipo de experiencia.
Cuando se trata de viajar en velero o bote, especialmente a esas pequeñas islas del Caribe como San Croix, San Thomas, y Santa Lucía, la gente suele optar por esta forma de transporte en lugar de volar. Hay miles de barcos y veleros navegando por esa cadena de islas. Entonces, ¿por qué no podemos crear un nicho similar aquí? Claro, toma tiempo organizarlo, pero esa es la estrategia.
JT: ¿Cuál fue el primer paso en Puntarena?
Lo primero que hicimos fue desarrollar este sitio (Club de Playa Puntarena) para que la gente viniera y conociera el lugar. El segundo paso es construir apartamentos para crear una comunidad creciente, evitando que los visitantes sientan que vienen a un desierto.
Entramos en el negocio inmobiliario para crear una base efectiva que nos permita construir la infraestructura necesaria, aunque sepamos que perderemos dinero durante los primeros 5 a 7 años.
La idea es formar un núcleo para un hotel, algo que antes era imposible cuando el aeropuerto más cercano estaba a dos horas de distancia. Pero ahora, con la llegada del bulevar, las circunstancias están cambiando. Ya hemos diseñado un hotel, el plan está completo, y estamos listos para comenzar pequeño, por etapa, no vamos hacer 200 habitaciones, ni 500.
Es un enfoque de «sin prisa pero sin pausa». que es mi lema, no puedes simplemente construir un hotel de 500 habitaciones de inmediato en un lugar como este. Tienes que empezar de manera modesta, con un hotel pequeño.
Yo comencé con solo 20 habitaciones, y mira cómo ha crecido la zona de Punta Cana y Miches: ahora hay 51,000 habitaciones hoteleras. Para ponerlo en perspectiva, Cuba como país tiene aproximadamente la misma cantidad de habitaciones, Puerto Rico y Jamaica juntos, no tienen la cantidad de habitaciones hoteleras que ya tenemos nosotros en esta zona. Esto muestra el crecimiento y el potencial que puede alcanzarse con una planificación cuidadosa y un enfoque gradual.
JT: Don Frank háblenos de la importancia de la unión dentro de este sector?
Como ustedes saben una golondrina no hace verano. Nosotros aquí en el proyecto Puntarena, que deseamos desarrollar como destino, somos lo que fue Punta Cana en sus inicios, los que abrimos el camino. Sin embargo, lo que tenemos que entender es que debe haber una integración de toda la zona, ir más allá. No se trata solo de hablar de Baní, sino del destino Bahía de Ocoa. No es el destino de Baní, ni de Azua, ni de Barahona.
En Puerto Plata, cometieron un error que considero uno de los mayores obstáculos para su desarrollo. Se dividieron en 14 asociaciones: una llamada Cafemba, otra en el pueblo de Puerto Plata, una en Playa Dorada, otra en Sosúa, otra en Cabarete, y así sucesivamente.
En total, crearon 7 asociaciones con aproximadamente 4,000 habitaciones hoteleras, que en algún momento llegaron a ser 7,000 habitaciones. Sin embargo, este enfoque dividido no funcionó a largo plazo y se estancaron.
En contraste, en Punta Cana, existe una sola asociación que agrupa 51,000 habitaciones hoteleras. La clave del éxito radica en la unión. Juntos es más fácil impulsar el desarrollo, mientras que hacerlo por separado no tiene el mismo impacto.
Continuará