Cazando amaneceres y atardeceres Por: María Marte
En mi adolescencia esperaba el periódico todos los días, el único que llegaba a mi campo. A través, de él me enteraba como seguía la guerra en Vietnam. Creo que por ese motivo siempre quise conocer ese país. Ho Chi Minh, que en los tiempos de la guerra se llamaba Saigón, es la ciudad más grande de Vietnam y en ella se mezclan lo antiguo y lo moderno de este maravilloso país. Por muchos años esta ciudad fue la capital de la indochina francesa.
La travesía hacia Ho Chi Minh
Tomé mi mochila y viaje desde Hanoi (la capital), para continuar tras la realización de mis sueños y decidí empezar por conocer el Museo de los Vestigios de la Guerra. Una edificación rodeada por helicópteros, aviones y artefactos de manufactura norteamericanas, que subyacen allí como recordatorio de uno de los conflictos bélicos mas importantes del pasado siglo.
Entrando a la edificación, me atrajo el sonido de un piano, quise mirar de donde provenía la melodía y caminé hasta encontrarla. Quedé impactada por la visión y aunque quise disimular, seguía ahí de pie escuchando la hermosa melodía, con una mezcla de admiración, rabia, tristeza e impotencia.
Quien tocaba era un joven de hermosa cabellera, piel canela y dedos largos, con los que sacaba al piano sus mejores notas. Ahí estaba, dando lo mejor de su música, como si de esa forma nos ayudara a relajarnos y nos preparara para ver las historias de horror que guarda el museo, esas de las que, debido a las secuelas dejadas por los estragos de la guerra, él mismo pianista era uno de los protagonistas. Yo había visto personas ciegas, pero no sin ojos. Ojos que no necesitaba el joven para deleitarnos con su música y más aún para hacernos sentir sus expresiones más íntimas, a través de la melodía que ejecutaba.
Mi recorrido por las exhibiciones del museo
Seguí caminando y vi fotos que revelaban torturas orquestadas por mentes siniestras, contra la dignidad humana. Luego me detuve frente a la fotografía de una madre desesperada, que trataba de cruzar un rio profundo y caudaloso, tratando de salvar a sus tres hijos y ya no pude contener mis lágrimas, afloraron mis sentimientos maternales y me imagine en su situación teniendo que proteger a mis hijos. A cada paso encontraba escenas aberrantes y llenas de crueldad, que contaban sobre las barbaries de un mundo gobernado por la ambición y los intereses.
A la salida, un poco exhausta por la visión, pero reconfortada por haber cumplido mi sueño, me encontré con las arreas de tiendas, souvenirs, accesorios y artesanías. Todos los que confeccionan y venden estos artículos, son personas con discapacidades que nacieron así debido a la contaminación y las secuelas del gas naranja. Durante cinco años después de la guerra, las mujeres evitaban embarazarse porque la gran mayoría alumbraba niños con deformaciones.
Recorriendo la ciudad
Me despedí del Museo y fui a visitar el mercado Ben Thanh, ubicado en el centro de la ciudad, esta compuesto por cientos de pequeñas tiendas y paradas de comidas con sus pintorescos colores y variedad de sabores, aunque debes estar consciente de lo que pides, puesto que la cultura culinaria vietnamita es muy diferente a la occidental. Aquí también se deben regatear los precios y si te mides una ropa, pero sientes que no te ajusta bien, solo tiene que esperar un poco, los sastres te confeccionan una a tu medida en una hora.
Las noches aquí, son alegres y esplendorosas, las bebidas con alcohol se expenden en todos lados. Recomiendo visitar El Palacio de la Reunificación y la Catedral ambas atracciones son muy hermosas. La Catedral fue construida durante la colonización francesa y llama mucho la atención por el color rosa de su arquitectura.
Los túneles de la guerra
Ya fuera de la ciudad se encuentran los túneles de CU CHI, con mas de 200 km. Fueron usados como base de operaciones por las guerrillas. Ahí cocinaban, cosían uniformes, y zapatillas que eran confeccionadas con gomas de carros, curaban los heridos y en las noches salían a sembrar yuca. Este alimento era el más usado porque resistía los embates de las bombas. También están los instrumentos casi primitivos que fabricaban los soldados vietnamitas, con elementos que encontraban en el bosque y que usaban para vencer a los estadounidenses, sin utilizar armas de fuego.
Hay tanto que decir de la ciudad de Ho Chi Minh antigua Saigón, sin embargo, lo que más me gustó, y es el hecho que atesoro con más cariño, es que la señora de la foto que estaba tratando de salvar sus hijos en el rio, gracias a Dios pudo salvarse. Vietnam es una ciudad asiática ideal para el turismo cultural y contiene en su interior una gran riqueza histórica.