Por Bolívar Mejía
A pesar de que a partir de la década de los 80, es cuando arranca en Puerto Plata el desarrollo turístico de la República Dominicana y este sector pasa a sostener sobre sus hombros el peso de la economía nacional y lo que esto significa en términos económicos, sociales y políticos para nuestro país; desde entonces, el turismo nacional, ni el sector que lo representa, han sido tratados con el respeto y la consideración que merecen sus aportes al país, luego del desplome de la industria azucarera, de cuyas manos recogió el testigo y continuó la carrera por el desarrollo nacional.
No sé si es un cuento lo que siempre he escuchado, tal vez a partir de lo que estoy escribiendo alguien me lo aclare, porque aunque he visto en persona al señor Frank Rainieri, no he tenido la oportunidad de preguntárselo directamente, pero personas ligadas al sector turismo me comentaron la especie, de que ASONAHORES surge, como respuesta al CONEP que no considera al turismo como una industria y por lo tanto, no le dio cabida en su seno a los empresarios turístico que lo requirieron y estos encabezados por Don Frank Rainieri tuvieron que crear su propia asociación para velar por sus intereses.
El gobierno tampoco trata con respeto al sector turístico y solo lo ve como un generador de divisas frescas, que le permite recaudar dinero para la dinámica a corto plazo del estado, que aunque cuenta con un supuesto ¨Plan de Desarrollo¨ hasta el 2030, que abarca todos los sectores y en el que se destaca la sostenibilidad en áreas como el turismo, la cultura y el medioambiente, en la práctica este plan es letra muerta y el turismo, la cultura y el medioambiente, las tres patas del desarrollo turístico de una nación, en la nuestra andan cojas y a la deriva, puesto que las autoridades que respetan y no se atreven con ciertos sectores de la vida nacional, al turismo lo vapulean y les imponen sus condiciones, sin que se les arrugue el pellejo, armándole encerronas donde someten proyectos, que en vez de beneficiar, degradan y entorpecen el desarrollo turístico.
Porque sucede esto, a mi entender, porque los empresarios turísticos del país, no han intuido, como si lo han hecho los del CONEP y otros, que deben incidir directamente dentro del ajedrez de la vida política y social dominicana, para dejar de ser peones adinerados y convertirse en piezas importantes dentro del juego de las políticas públicas, sobre todo cuando en el movimiento de las fichas, se definan cuestiones que competan al sector que representan. El turismo es un derecho humano, la epidemia lo ha impactado como a ninguna otra actividad económica, es cierto, pero esto tendrá que pasar y el turismo continuará su curso porque es una necesidad existencial, la gente necesita solaz, esparcimiento, disfrutar del ocio y relajarse. Eso solo lo satisface el turismo con productos creados, para colmar esa demanda.
El sector turismo del país debe comenzar a preparase para ganar espacio político, si desea evolucionar de acuerdo a sus intereses y en pos de la sostenibilidad del negocio. Para lograrlo tienen que tener en el congreso, representantes que velen desde sus curules, por la salud legal del turismo. Los empresario turístico tienen que acumular empuje social, fuerza para apalancar acuerdos y hacer posible que el ministro que va a manejar la cartera, que regula el negocio, sea cónsono con los intereses del sector, que está compuesto por los empresarios y las comunidades que aportan los recursos humanos y naturales. Es importante tener en cuenta, a las comunidades, porque sin ellas no se podrá lograr el objetivo. Es una cuestión elemental, el ministro de turismo es un alfil importante del ajedrez nacional, que desde MITUR, debe representar al sector turismo y trabajar por el desarrollo sostenible de la actividad turística, en estrecha colaboración con Cultura, Medio Ambiente y ASONAHORES entre otros sectores organizados, como clústeres y asociaciones.
El sector debe tener caballos de batalla en la prensa nacional, para crear opinión pública, periodistas que conozcan la industria, deben participar diario en los programas de rating nacional, en radio, TV y las redes sociales, profesionales con capacidad para debatir y convertir el tema turístico en interés público, hay que rebasar ya el periodismo de notas para promoción de atractivos y llevar el tema a otro nivel. Que no se siga viendo el turismo como la imagen del Chairlong y un daiquiri bajo el paraguas de una piscina, el turismo es mucho más que eso. Es uno de los sectores que manejado con perfil sostenible y responsable, puede contribuir con eficiencia a la disminución de la pobreza y la redistribución de la riqueza en el país. El turismo emplea más mujeres que cualquier otra actividad, emplea más jóvenes que cualquier otra actividad y en los enclaves o zonas turísticas, genera una derrama que fluye hacia los entornos, como ninguna otra actividad. Es multidisciplinar y su radio de acción es holístico, por lo tanto el turismo merece más respeto y consideración de los que manejan políticas públicas en República Dominicana.
El sector es tan anémico que aun teniendo leyes a su favor, cuando surge un negocio que tienta el gusanillo de la ambición del funcionario de turno, este sin ambages, cambia las reglas del juego e introduce el negocio aunque afecte la calidad de las playas, viole los reglamentos vigentes, acabe con la biodiversidad terrestre y marina, rompa con el nivel de altura para las construcciones; porque solo le importa el dinero que representa el negocio, porque es un político sin conciencia y como no la tiene, tampoco le importa degradar y dañar una actividad que beneficia a ricos empresarios, es verdad, pero que pertenece al pueblo y la gente se beneficia de la dinámica económica del turismo, cuyos recursos no son inagotables y hay que preservarlos para las futuras generaciones.
Otro síntoma de la anemia del sector es la tentativa de montar un aeropuerto en Bávaro a dos minutos del aeropuerto de Punta Cana, no conozco la ciencia del tráfico aéreo, pero me gustaría escuchar que opina un operador de tráfico, sobre esto y cuál es la posición de aeronáutica civil ante la posibilidad de que se concrete el fenómeno. ¿No se pondrá en peligro la vida de los viajeros, con dos aeropuertos dirigiendo tráficos en un espacio tan limitado? Son muchas las interrogantes, pero como sugiero en el encabezado y el cuerpo de este artículo, si ASONAHORES tuviera buenos músculos, ese proyecto ni otros de su especie, serian presentados ni siquiera a consideración. Es hora de que las reglas del juego turístico en República Dominicana queden claras de una vez por todas.